Artículo publicado originalmente en la página personal de LinkedIn de la CEO de Alicante Urbana, María José Rocamora
Es inquietante que la construcción, uno de los sectores productivos que mantiene sistemas de trabajo y que han evolucionado muy poco en el último medio siglo, a pesar de que se mantiene como uno de los pilares del producto interior bruto del país. Concretamente, la construcción supone un nada desdeñable 12,5% del PIB nacional, siendo fuente de trabajo para más de 1,3 millones de personas en nuestro país.
Los rápidos avances de la inteligencia artificial y en el campo de la robótica los convierten en herramientas estratégicas para la evolución de numerosos sectores como la agricultura, distintas industrias y, a corto plazo, también la construcción, aunque su aplicación esté todavía en una fase muy incipiente.
La falta de personal cualificado, el uso de nuevos materiales y la apuesta por la sostenibilidad están siendo claves en el rápido desarrollo de prototipos con excelentes resultados en la fase práctica que acercan la robotización autónoma a la obra por su eficientes y flexibilidad. Estos sistemas permiten el trabajo en red gracias a su conectividad, agilizan los tiempos de entrega, homogeneizan los procesos de producción, incrementan la precisión, tienen un bajo mantenimiento y mejoran la seguridad, sobre todo en los trabajos más pesados y en los que el riesgo es mayor. Las últimas generaciones de robots ya pueden detectar y predecir cambios, para ajustarse de forma automática a la nueva situación. De esta manera los humanos centran su labor en controlar estas máquinas y realizar labores más gratificantes que requieran talento.
De hecho, hay proyectos exitosos en China, Japón, Estados Unidos, y Alemania, en los que se aplican con éxito los robots en el sector constructivo la fabricación de múltiples productos, pero también en el área logística, en algunas tareas de albañilería exterior e interior (estructuras, tabiquería, cerramiento exterior,…), pero también en la realización de perforaciones e incluso en la demolición.
Algunos ejemplos muy operativos
Uno de los ejemplos más avanzados es el robot Hadrian X, fabricado por la empresa australiana FBR, que consigue colocar hasta 1.000 ladrillos por hora y así edificar la estructura de una pequeña casa en tan sólo tres días. Este sistema es muy versátil y utiliza ladrillos un poco más grandes que los tradicionales, pudiendo, además, cortar los bloques al tamaño requerido de forma automática.
Pero el rol de los robots en la construcción no se centra únicamente en realizar tareas puramente mecánicas. Un ejemplo reseñable, en este sentido, es el dispositivo diseñado por la empresa norteamericana Doxel Incorporated: un robot-oruga que incorpora un sistema lídar (dispositivo que permite determinar la distancia desde un emisor láser a un objeto o superficie utilizando un haz láser pulsado) y un GPS para detectar errores durante el proceso de construcción y ahorrar correcciones posteriores, mucho más costosas y lentas de reparar.
La aplicación de los sistemas de la industria 4.0, de la impresión 3D, los drones, el control remoto, y un largo etcétera a la construcción permiten el avance del sector, históricamente anclado en costumbres y procedimientos más tradicionales, hacia una nueva forma de trabajo y producción.
Sin duda, con todas estas innovaciones el sector tiene que avanzar hacia nuevos métodos de producción más eficientes, seguros y sostenibles, en los que el trabajador disfrute de unas mejores condiciones laborales.
